Napoleonic looting of art

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El expolio napoleónico​​ (en francés, spoliations napoléoniennes; en italiano, spoliazioni napoleoniche)​​ fue una serie de robos de bienes, en particular obras de arte (y en general de obras preciosas), realizados por el ejército francés (o por funcionarios de Napoleón Bonaparte) en los territorios del Primer Imperio francés, como la península itálica, España, Portugal, los Países Bajos, Bélgica y Europa Central. El expolio se llevó a cabo constantemente durante veinte años, desde 1797 hasta el Congreso de Viena en 1815. Según el historiador Paul Wescher, el expolio napoleónico representó «el mayor movimiento de obras de arte de la historia», que también resultó en varios daños a las obras, afirmando que «es difícil establecer exactamente cuántas obras de arte de valor único se destruyero rdf:langString
The Napoleonic looting of art (French: Spoliations napoléoniennes) was a series of confiscations of artworks and precious objects carried out by the French army or French officials in the conquered territories of the French Republic and Empire, including the Italian peninsula, Spain, Portugal, the Low Countries, and Central Europe. The looting began around 1794 and continued through Napoleon's rule of France, until the Congress of Vienna in 1815 ordered the restitution of the works. rdf:langString
Le spoliazioni napoleoniche, note impropriamente anche come furti napoleonici, furono una serie di sottrazioni di beni, in particolare opere d'arte e in genere di opere preziose, attuate dall'esercito francese o da funzionari napoleonici in Italia, Spagna, Portogallo, Paesi Bassi, Belgio, ed Europa centrale durante l'età napoleonica. Le spoliazioni vennero costantemente perpetrate nell'arco di venti anni, dal 1797 fino al Congresso di Vienna nel 1815. Secondo lo storico Paul Wescher, le spoliazioni napoleoniche rappresentarono "il più grande spostamento di opere d'arte della storia", che provocò anche diversi danni in quanto "è difficile stabilire con esattezza quante opere d'arte di valore unico andarono distrutte o disperse in quei giorni". rdf:langString
Les spoliations napoléoniennes consistent en une série de soustractions d’actifs perpétrée à grande échelle sur une période de vingt ans, de 1797 à 1815, notamment d’œuvres cultuelles, d'œuvres d’art, d’objets précieux constituant l’identité patrimoniale et spirituelle des territoires spoliés et qui a été le plus souvent organisée sous forme de traités pour des lieux spécifiques en fonction d’une histoire et d’une réalité locale particulière. rdf:langString
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rdf:langString Horses of Saint Mark en route to France from Venice, Jean Duplessis-Bertaux, 1797
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rdf:langString the French Revolutionary Wars and the Napoleonic Wars
rdf:langString Europe, Egypt, and Syria
rdf:langString El expolio napoleónico​​ (en francés, spoliations napoléoniennes; en italiano, spoliazioni napoleoniche)​​ fue una serie de robos de bienes, en particular obras de arte (y en general de obras preciosas), realizados por el ejército francés (o por funcionarios de Napoleón Bonaparte) en los territorios del Primer Imperio francés, como la península itálica, España, Portugal, los Países Bajos, Bélgica y Europa Central. El expolio se llevó a cabo constantemente durante veinte años, desde 1797 hasta el Congreso de Viena en 1815. Según el historiador Paul Wescher, el expolio napoleónico representó «el mayor movimiento de obras de arte de la historia», que también resultó en varios daños a las obras, afirmando que «es difícil establecer exactamente cuántas obras de arte de valor único se destruyeron o se perdieron en esos días».​ Numerosos inventarios de obras con miras a su decomiso fueron realizados por funcionarios designados por el propio Napoleón entre la población local, como la comisión del Tratado de Tolentino donde se nombraban funcionarios dentro de la comunidad del gueto de Ancona.​ Durante el Congreso de Viena en Austria; ésta, España, los estados alemanes e Inglaterra ordenaron la devolución inmediata de todas las obras robadas «sin ninguna negociación diplomática» argumentando que «el despojo sistemático de las obras de arte es contrario a los principios de justicia y las reglas de la guerra moderna». Finalmente, se afirmó el principio de que no podía haber ningún derecho de conquista que permitiera a Francia quedarse con el fruto del saqueo militar y que todas las obras de arte debían ser devueltas.​ Según el historiador Mackay Quynn,​ los estados europeos, pero especialmente los italianos separados de los Alpes por Francia, se vieron enfrentados a unos costes de transporte muy elevados y a la obstinada resistencia de la administración francesa. Prusia, a quienes se les negó el acceso a las galerías del Musée Napoléon (actual Museo del Louvre), amenazaron con enviar al propio director Vivant Denon a prisión en Prusia si no dejaba actuar a sus oficiales. La estrategia función, ya que en menos de unas pocas semanas todas las obras maestras prusianas estaban listas para empacar frente a las puertas del museo.​ España envió oficiales del ejército junto con un buen número de soldados incluso antes de las conclusiones del Congreso de Viena, quienes, rompiendo las puertas del Musée Napoléon, se llevaron todas las obras a la fuerza. Bélgica y Austria también enviaron su ejército, sin esperar la conclusión del Congreso de Viena. Debe recordarse cómo los expolios napoleónicos tuvieron una larga secuela en la historia europea. Durante la guerra franco-prusiana, la Alemania de Otto von Bismarck pidió a la Francia de Napoleón III que devolviera las obras de arte que aún se conservaban desde la época del saqueo napoleónico, pero que no habían sido devueltas. En cuanto a las ciudades italianas, estas se movían desunidas, lentas y desorganizadas, sin el apoyo de un ejército nacional, un cuerpo diplomático motivado, y en el desinterés de las dinastías extranjeras por los símbolos nacionales, además de pagar los gastos de su propia expedición.​ En Italia, el saqueo napoleónico no solo se limitó a robos y vandalismo. En busca de oro y plata, los oficiales franceses fundieron la de Andrea Palladio, y también intentaron fundir las obras del maestro orfebre manierista Benvenuto Cellini.​ Los napoleónicos cortaron en pedazos el Rubens más grande de Italia, el Trinita Gonzaga, para venderlo mejor en el mercado. Se fundió el tesoro de la Basílica de San Marcos, se quemó el Bucintoro, el buque insignia de la flota veneciana para recuperar el oro de las decoraciones, y se desmanteló el Arsenal de Venecia, todavía lleno de los trofeos militares de la Serenissima. Los franceses intentaron en varias ocasiones desarrollar técnicas que les permitieran despegar los frescos, con un daño estructural considerable tanto en las obras como en las paredes. En 1800, la deposición de ua obra Daniele da Volterra de la capilla de Orsini en Trinità dei Monti en Roma, a través del desprendimiento de bloques, causó daños tan graves a toda la estructura que la remoción tuvo que ser interrumpida y el muro restaurado por Pietro Palmaroli, renunciando a enviarlo a París. Se hicieron intentos similares en la Iglesia de San Luigi dei Francesi, pero se abandonaron debido al daño causado a los frescos. Según el historiador de arte Steinman, estos intentos no deben leerse de forma aislada, ya que el objetivo real de los oficiales franceses era separar los frescos de Rafael de las salas del Vaticano y enviar la Columna de Trajano a Francia..​ Para Lombardía y Véneto, que estaban bajo los Habsburgo de Austria, el gobierno de Viena negoció, pero no solicitó, las obras de arte retiradas de las iglesias, como La coronación de espinas de Tiziano, encargada para la iglesia de Santa Maria delle Grazie en Milán, que no fue devuelta porque no fue solicitada oficialmente al gobierno francés. El gobierno toscano, bajo los Habsburgo-Lorena, no solicitó las obras maestras robadas de las iglesias alegando que servirían para dar a conocer la grandeza del arte toscano, dejando así obras maestras absolutas en Francia como Los estigmas de San Francesco de Giotto, el Maestà de Cimabue o La coronación de la Virgen de Fra Angélico. Para Parma, bajo la exesposa de Napoleón, María Luisa de Austria, adoptó un mediador, dejando la mitad de las obras en Francia y repatriando la otra mitad. El gobierno pontificio prefirió no pedirlo todo, especialmente las pinturas conservadas en los museos de las provincias francesas como muchos peruginos robados de las iglesias de Perugia, para no perturbar la recristianización de la campiña francesa surgida del jacobinismo. Antonio Canova, delegado por el Estado de la Iglesia para la repatriación, estaba dotado de una documentación de archivo muy limitada y contaba con oficiales del ejército austríaco. Según el catálogo de Canova, de las 506 pinturas traídas a Francia, 248 permanecieron en Francia, 249 regresaron a Italia, y nueve fueron señaladas como imposibles de rastrear, un caso raro en Europa de obras catalogadas y no devueltas.​​
rdf:langString The Napoleonic looting of art (French: Spoliations napoléoniennes) was a series of confiscations of artworks and precious objects carried out by the French army or French officials in the conquered territories of the French Republic and Empire, including the Italian peninsula, Spain, Portugal, the Low Countries, and Central Europe. The looting began around 1794 and continued through Napoleon's rule of France, until the Congress of Vienna in 1815 ordered the restitution of the works. During the Napoleonic era, an unknown but immense quantity of art was acquired, destroyed, or lost through treaties, public auctions, and unsanctioned seizures. Coins and objects made of precious metals, such as the Jewel of Vicenza and the bucentaur, the Venetian state barge, were melted down for easier sale and transport, to finance French military wages. In the confusion, many artworks and manuscripts were lost in transit or broken into pieces, which were often never reunited, as occurred with the marble columns of the Aachen Cathedral. French officials justified taking art and other objects of value as both a right of conquest and as an advancement of public education, encyclopedism, and Enlightenment ideals. These seizures redefined the right of conquest in Europe and caused a surge of interest in art and art conservation. During the Congress of Vienna, Austria, Spain, the German states, and the United Kingdom ordered the restitution of all the removed artworks. Many works were returned, but many remained in France, due to resistance from the French administration, the high costs of transportation, or the risk of damage to fragile works. As not all of the artwork was returned, this campaign of French looting continues to affect European politics, museology, and national cultural identity today.
rdf:langString Les spoliations napoléoniennes consistent en une série de soustractions d’actifs perpétrée à grande échelle sur une période de vingt ans, de 1797 à 1815, notamment d’œuvres cultuelles, d'œuvres d’art, d’objets précieux constituant l’identité patrimoniale et spirituelle des territoires spoliés et qui a été le plus souvent organisée sous forme de traités pour des lieux spécifiques en fonction d’une histoire et d’une réalité locale particulière. Le concept de spoliation peut s'étendre ici à ceux de pillages, saccages mais aussi aux démembrements, ou destructions d’œuvres d’art ou objets de valeur par les troupes napoléoniennes, de vols délibérés de la part de Napoléon en personne (en atteste par exemple les camés de Joséphine ou la collection d’environ 16 000 œuvres italiennes de Joseph Fesch consignées au Musée Fesch à Ajaccio) ainsi que de l’achat forcé d’œuvres majeures par la contrainte de différents traités entre la France et les États pontificaux ou par des montages financiers particuliers comme en donne un exemple Stendhal dans l'ouvrage Rome, Naples et Florence. Nombres de recensements d’œuvres en vue de leur confiscation ont été réalisé par des fonctionnaires nommés par Napoléon lui-même au sein de la population locale, à l’instar de la commission du traité de Tolentino où les fonctionnaires ont été désignés au sein de la communauté hébraïque du Ghetto d’Ancône. Bien qu’elles peuvent plus amplement y figurer dans cet article, n’entrent pas de la même manière les spoliations opérées dans la péninsule Ibérique, aux Pays-Bas, en Europe centrale et encore moins celles d'Égypte pour la bonne raison que les spoliations et les pillages ne portaient pas sur des objets de culte encore en usage en 1797. Ce qui révèle par là-même la violence intrinsèque de la constitution-même du Musée du Louvre à son origine quand il s’est agit d’exposer sans distinction des oeuvres passées de l’histoire de l’art et des oeuvres encore en usage et encore vénérée du temps de leur exposition. Après la période napoléonienne, les spoliations se complètent de la collection de Giampietro Campana en 1861 pour le compte du Musée du Louvre et du musée du Petit Palais d'Avignon, se soldant également par un éparpillement des collections sous forme de présents à des États tiers, reventes à des collectionneurs privés français et étrangers.
rdf:langString Le spoliazioni napoleoniche, note impropriamente anche come furti napoleonici, furono una serie di sottrazioni di beni, in particolare opere d'arte e in genere di opere preziose, attuate dall'esercito francese o da funzionari napoleonici in Italia, Spagna, Portogallo, Paesi Bassi, Belgio, ed Europa centrale durante l'età napoleonica. Le spoliazioni vennero costantemente perpetrate nell'arco di venti anni, dal 1797 fino al Congresso di Vienna nel 1815. Secondo lo storico Paul Wescher, le spoliazioni napoleoniche rappresentarono "il più grande spostamento di opere d'arte della storia", che provocò anche diversi danni in quanto "è difficile stabilire con esattezza quante opere d'arte di valore unico andarono distrutte o disperse in quei giorni". Durante il Congresso di Vienna, le potenze vincitrici ordinarono l'immediata restituzione di tutte le opere sottratte, «senza alcun negoziato diplomatico”, sostenendo come «la spoliazione sistematica di opere d'arte è contraria ai principi di giustizia e alle regole della guerra moderna». Venne infine affermato il principio di come non ci potesse essere alcun diritto di conquista che permettesse alla Francia di detenere il frutto di spoliazioni militari e che tutte le opere d'arte dovessero essere restituite. Secondo la storica Mackay Quynn, gli stati europei, ma specialmente quelli italiani separati dalle Alpi dalla Francia, si trovarono davanti ad elevatissimi costi di trasporto e all'ostinata resistenza dell'amministrazione francese. I Prussiani, vedendosi negato l'accesso alle gallerie del Musée Napoléon, minacciarono di spedire in prigione in Prussia il Direttore Vivant Denon in persona se questi non avesse lasciato agire i propri ufficiali. La strategia dovette funzionare, se in meno di qualche settimana tutti i capolavori dei Prussiani erano pronti per l'imballaggio fuori dai cancelli dell'ex Musée Napoléon, divenuto Louvre. La Spagna inviò funzionari dell'esercito insieme a un discreto numero di militari prima delle conclusioni del Congresso di Vienna, i quali, rompendo i portoni del Louvre, si ripresero tutte le opere con la forza. Anche Belgio ed Austria mandarono il proprio esercito, senza attendere la conclusione del Congresso di Vienna. Giova ricordare come i furti napoleonici ebbero lunghi strascichi nella storia europea. Durante la guerra franco-prussiana, la Germania di Bismarck chiese alla Francia di Napoleone III la restituzione delle opere d'arte ancora detenute dai tempi delle spoliazioni napoleoniche ma che non erano state restituite. Per quanto riguarda gli Stati italiani, questi si mossero lentamente e in maniera non coordinata, mancando il supporto di un esercito nazionale, di un corpo diplomatico motivato, e l'interesse da parte delle dinastie da poco restaurate sul trono, a volte di origine straniera, ai beni artistici nazionali.. In Italia le spoliazioni napoleoniche erano sconfinate nelle ruberie e nel vandalismo. Alla ricerca di oro e di argento, gli ufficiali francesi fusero il Gioiello di Vicenza del Palladio, e tentarono pure di fondere le opere del maestro orafo manierista Benvenuto Cellini. I napoleonici tagliarono a pezzi il più grande Rubens in Italia, la Trinità Gonzaga, per poterlo vendere meglio sul mercato. Il tesoro della Basilica di San Marco venne fuso; il Bucintoro, la nave ammiraglia della flotta veneta, bruciata per recuperare l'oro delle decorazioni; l'Arsenale di Venezia, ancora colmo dei trofei militari della Serenissima, smantellato. I francesi cercarono in diverse occasioni di sviluppare delle tecniche che consentissero loro il distacco degli affreschi, con notevoli danni strutturali sia alle opere sia ai muri. Nel 1800 si tentò con la Deposizione di Daniele da Volterra nella cappella Orsini di Trinità dei Monti a Roma attraverso lo stacco a massello che provocò danni così seri all'intera struttura che la rimozione dovette essere interrotta e il muro restaurato da Pietro Palmaroli, rinunciando a spedirlo a Parigi. Simili tentativi vennero effettuati presso la Chiesa di san Luigi dei Francesi, ma vennero abbandonati per i danni arrecati agli affreschi. Secondo lo storico dell'arte Steinmann, questi tentativi non vanno come episodi isolati, poiché il vero obiettivo degli ufficiali francesi era di riuscire a distaccare gli affreschi di Raffaello nelle Stanze Vaticane e di spedire in Francia la Colonna Traiana. Per la Lombardia e il Veneto, che erano sotto gli Asburgo d'Austria, il governo di Vienna negoziò ma non richiese le opere d'arte portate via dalle chiese, come l'Incoronazione di spine di Tiziano, commissionata per la chiesa di Santa Maria delle Grazie a Milano, che non fu restituita perché non fu richiesta ufficialmente al Governo francese. Il governo toscano, sotto gli Asburgo-Lorena, non richiese i capolavori sottratti alle chiese sostenendo che sarebbero serviti a pubblicizzare la grandiosità dell'arte toscana, lasciando così in Francia capolavori assoluti quali le stigmate di San Francesco di Giotto, la Maestà di Cimabue o L'Incoronazione della Vergine del Beato Angelico. Per Parma, sotto la ex-moglie di Napoleone, Maria Luigia, si adottò un'istanza mediatrice, lasciando metà delle opere in Francia e rimpatriandone l'altra metà. Il governo pontificio preferì non richiedere tutto, soprattutto i quadri conservati nei musei delle province francesi, come molti Perugino sottratti alle chiese di Perugia, per non turbare la ri-cristianizzazione delle campagne francesi uscite dal giacobinismo. Antonio Canova, delegato dallo Stato della Chiesa ai rimpatri, era dotato di documentazione archivistica assai limitata e si affidava ai funzionari dell'esercito austriaci. Secondo un catalogo pubblicato nel Bulletin de la Société de l'histoire de l'art français del 1936, dei 506 dipinti portati in Francia, 248 rimasero in Francia, 249 tornarono in Italia, 9 vennero indicati come non rintracciabili, raro caso in Europa di opere catalogate e non restituite. I cavalli bronzei di piazza San Marco vengono inviati a Parigi. Venezia, 1797.
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